EL RACISMO Y LA DISCRIMINACIÓN

 



El impacto del racismo ha sido devastador para la humanidad: ha servido de justificación para violaciones de los derechos humanos como la esclavitud, el colonialismo, las esterilizaciones forzadas y la aniquilación de los pueblos. Fue la base de las ideologías supremacistas nazis y de los programas para exterminar a las personas de origen judío y a las pertenecientes a otros grupos étnicos o sociales

Aunque a veces no lo notemos (especialmente si somos de tez blanca), el racismo sigue presente en las sociedades y políticas actuales. Aunque la raza ya no se acepta como una categoría biológica y solo unas pocas personas creen aún en "razas superiores", el impacto del racismo persiste y toma diferentes formas, como la cultural, basada en el etnocentrismo, que es la creencia de que existen culturas superiores a otras o que algunas tradiciones, costumbres e historias son incompatibles entre sí.

El racismo y la xenofobia, como otras formas de discriminación, son difíciles de atajar porque a veces las tenemos tan interiorizadas que no somos capaces de identificarlas. La frase “yo no soy racista, pero…” es un ejemplo del modo en el que nos auto justificamos por atribuir a un determinado colectivo comportamientos que no tienen que ver con el color de su piel.

No es posible una lista exhaustiva de todos los problemas observados; entonces bastará que el racismo y la discriminación en general se manifiesten en todos los ámbitos importantes de la vida cotidiana, como el empleo, la educación, la vivienda y el acceso a los servicios sociales; violaciones de los derechos humanos de los miembros de la comunidad gitana; hostilidad y estigmatización de migrantes, refugiados y solicitantes de asilo; los casos de antisemitismo van en aumento; mayor manifestación de islamofobia; el uso de argumentos racistas, antisemitas y xenófobos; y un clima negativo en la opinión pública, que juega un papel decisivo en la aparición del racismo y la intolerancia en la sociedad. Por supuesto, estas tendencias varían de un país a otro, pero son lo suficientemente significativas como para merecer atención.

A millones de personas se les siguen negando sus derechos humanos, igualdad y dignidad debido al racismo sistémico y otras formas de discriminación racial. Las minorías y los grupos étnicos, en particular los que están compuestos por personas de ascendencia africana, asiática y musulmana, se han enfrentado durante mucho tiempo a la discriminación y marginación. Sus derechos también han sido violados y existe una constante amenaza de violencia contra su seguridad. No hay razones ni excusas para el racismo. Está mal. Además, el racismo viola con frecuencia la ley.

Muchas de nuestras actitudes se forman cuando somos jóvenes. Cuando nuestros familiares o amigos expresan opiniones racistas, es común que nosotros mismos adoptemos esas opiniones. El problema es que podrían quedarse con nosotros para siempre si no tomamos medidas.

Es normal querer pasar tiempo con personas que tienen los mismos intereses, antecedentes, cultura e idioma. Crea un sentido de pertenencia que es realmente importante. La desventaja es que también puede establecer diferencias entre otros grupos y, con el tiempo, esto puede llevarnos a pensar que nuestro grupo es mejor que los demás.

 El término “micro racismos” recoge esas manifestaciones de racismo cotidiano que cuesta poner en evidencia porque aún están lejos de la violencia extrema de otras formas de xenofobia. Aun así, algunos activistas contra la discriminación advierten de que los micro racismos contribuyen normalizar la discriminación y son la base sobre la que se asientan actitudes más extremas.

Las personas de color y los inmigrantes son particularmente vulnerables a los problemas de salud mental. El odio social, construido como racismo, crea trauma, ansiedad debilitante y culpa, lo que lleva a más admisiones psiquiátricas. La falta de una red de apoyo, la idiosincrasia de los países occidentales hostiles y las dificultades de la vida los hacen más propensos a terminar en instituciones psiquiátricas.

Las injusticias sufridas por las comunidades empobrecidas y las comunidades de color en todo el mundo no se rectificarán mediante meros cambios superficiales en las políticas, sino que requerirán una reestructuración radical de los sistemas que se han construido a lo largo de los siglos.

En conclusión, para nuestro tiempo, en el que estamos, tenemos que ser conscientes de nuestro alrededor y observar, analizarnos propiamente si hacemos o decimos cosas que pueden resultar racistas, para así cambiarlas y mejorar como personas. También no quedarnos callados si vemos actos racistas en nuestro ambiente. En 2022 ya deberíamos tener claro que todas estas cosas son actitudes nefastas y hacen más daño a nuestra sociedad. 


                                                                          María de los Ángeles Calle, Dayana Medina, Keyla Chilán

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